sábado, 11 de enero de 2014

¿Por qué son importantes las elecciones europeas de 2014?

Hace unas semanas, unos muy queridos amigos me invitaron a una de las charlas/debates/tertulias organizadas por el, hasta entonces desconocido para mi, blog POLITIKON. La charla/debate/tertulia giraba en torno a la importancia que tenían las elecciones al Parlamento Europeo que se celebrarán en 2014 y, si sirvió para algo al que ahora escribe, fue para hacerle consciente de cuan lejos se hallaba de cosas que, sin embargo, empiezan a ser de suma relevancia en la vida de todos los ciudadanos europeos.

La respuesta a la pregunta que nos sirve de título de la entrada la encontraremos en los dos tratados principales que articulan la Unión Europea: El Tratado de la Unión Europea y el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea a los que el primero de ellos otorga el mismo valor jurídico en su artículo 1, mientras que el segundo lo hace en su articulo 2.

Comenzando con el primero de ellos, el Tratado de la Unión Europea, este fija en su artículo 47 que la unión tiene personalidad jurídica. ¿Qué significa esta afirmación? una persona jurídica es una entidad creada por personas (en este caso Estados) a la que la ley reconoce la capacidad para ser sujeto de relaciones jurídicas. Esto, si bien ha generado sus debates en el ámbito del derecho internacional, faculta a la Unión, según su propia información para firmar acuerdos internacionales en los ámbitos de competencia que tiene atribuidos y para adherirse a una organización internacional, mientras que los Estados miembros solo pueden firmar acuerdos internacionales que sean compatibles con el Derecho de la UE.

Estas competencias se encuentran delimitadas en virtud del principio de atribución y su ejercicio se rige por los principios de subsidiariedad y proporcionalidad. Será de suma importancia retener en la memoria los puntos que a continuación se exponen para adquirir plena consciencia de la importancia que tendrán estas elecciones:
  • De acuerdo al principio de atribución, la Unión actúa dentro de los límites de las competencias que le atribuyen los Estados miembros en los Tratados para lograr los objetivos que éstos determi­nan, estando toda competencia no atribuida a la Unión en manos de los Estados miembros.
  • Según el principio de subsidiariedad, en los ámbitos que no sean de su competencia exclusiva, la Unión intervendrá sólo en caso de que, y en la medida en que, los objetivos de la acción pretendida no puedan ser alcanzados de manera suficiente por los Estados miembros, ni a nivel central ni a nivel regional y local, sino que puedan alcanzarse mejor, debido a la dimensión o a los efectos de la acción pretendida, a escala de la Unión.
  • El principio de proporcionalidad establece por su parte que el contenido y la forma de la acción de la Unión no excederán de lo necesario para alcanzar los objetivos de los Tratados.
¿De qué naturaleza son estas competencias?  según se puede concluir de la lectura del artículo 2 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, las competencias de la Unión Europea son de dos tipos bien diferenciados: competencias exclusivas, donde sólo la Unión podrá legislar y adoptar actos jurídicamente vinculantes, mientras que los Estados miembros, en cuanto tales, únicamente podrán hacerlo si son facultados por la Unión o para aplicar actos de la Unión, y competencias compartidas, en las que la Unión y los Estados miembros podrán legislar y adoptar actos jurídicamente vinculantes en dicho ámbito, con la salvaguarda de que los Estados miembros ejercerán su competencia en la medida en que la Unión no haya ejercido la suya o haya decidido dejar de ejercer la suya.

Ahora bien, ¿cuáles son las competencias atribuidas a la Unión por sus Estados miembros? El Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea es el que se encarga de su ordenamiento tal y como reza su articulo 1: “El presente Tratado organiza el  funcionamiento de la Unión y determina los ámbitos, la delimitación y las condiciones de ejercicio de sus competencias.” en el artículo 3 se fija que la Unión Europea tiene competencia exclusiva en lo que se refiere a:
  • La unión aduanera
  • El establecimiento de las normas sobre competencia necesarias para el funcionamiento del mer­cado interior
  • La política monetaria de los Estados miembros cuya moneda es el euro
  • La conservación de los recursos biológicos marinos dentro de la política pesquera común
  • La política comercial común.
También dispondrá de esta competencia para la celebración de acuerdos internacionales en los casos en que:
  • Dicha celebración esté prevista en un acto legislativo de la Unión,
  • Cuando sea necesaria para permitirle ejercer su competencia interna o
  • En la medida en que pueda afectar a normas comunes o alterar el alcance de las mismas.
Hasta aquí la Unión Europea ya dispone de suficiente poder para afectar a una parte sustancial de la vida política de cada uno de los Estados y justificar la concurrencia a las elecciones de 2014. No obstante, el artículo 4 del mismo Tratado fija los ámbitos en que la Unión Europea posee competencias compartidas con los Estados, lo que significa, recordemos, que los Estados ejercen su competencia en la medida en que la Unión no lo haga -si lo hace los Estados deben velar por el cumplimiento de esas normas. Estos ámbitos son los siguientes:
  • El mercado interior
  • La política social
  • La cohesión económica, social y territorial
  • La agricultura y la pesca, con exclusión de la conservación de los recursos biológicos marinos
  • El medio ambiente
  • La protección de los consumidores
  • Los transportes
  • Las redes transeuropeas
  • La energía
  • El espacio de libertad, seguridad y justicia
  • Los asuntos comunes de seguridad en materia de salud pública.
  • En los ámbitos de la investigación, el desarrollo tecnológico y el espacio, la Unión dispone de competencia para llevar a cabo acciones -en particular destinadas a definir y realizar programas- sin que el ejercicio de esta competencia pueda impedir a los Estados miembros ejercer la suya.
  • En los ámbitos de la cooperación para el desarrollo y de la ayuda humanitaria, la Unión dispone también de competencia para llevar a cabo acciones y una política común, sin que el ejercicio de esta competencia pueda tener por efecto impedir a los Estados miembros ejercer la suya.
En el artículo 6 de este mismo Tratado se fija que la Unión Europea dispondrá de competencia para llevar a cabo acciones con el fin de apoyar, coordinar o complementar la acción de los Estados miembros en los ámbitos de
  • La protección y mejora de la salud humana
  • La industria
  • La cultura
  • El turismo
  • La educación, la formación profesional, la juventud y el deporte
  • La protección civil
  • La cooperación administrativa.
Además, en el artículo 5 se enuncia que los Estados miembros coordinarán sus políticas económicas en el seno de la Unión (no olvidemos en este punto que la Unión ya posee competencia exclusiva en materia monetaria, por lo que aquí estamos hablando de coordinación de políticas fiscales y medidas que afecten a la capacidad de estabilización de la economía), donde el Consejo Europeo adoptará las orientaciones generales de dichas políticas. La Unión se encargará además de garantizar la coordinación de las políticas de empleo de los Estados miembros y definir su orientación, además de poder tomar iniciativas para garantizar la coordinación de las políticas sociales de los Estados miembros.

Otro punto muy importante, es el que se refiere a la presidencia de la Comisión Europea, órgano encargado de promover y tomar iniciativas adecuadas con el interés general de la Unión Europea; velar por la aplicación de los Tratados y las medidas adoptadas por las instituciones en virtud de éstos; supervisar la aplicación del Derecho de la Unión bajo el control del Tribunal de Justicia de la Unión Europea; ejecutar el presupuesto y gestionar los programas, ejercer funciones de coordinación, ejecución y gestión; asumir la representación exterior de la Unión Europea, con excepción de la política exterior y de seguridad común y de los otros casos previstos por los Tratados; y adoptar las iniciativas de la programación anual y plurianual de la Unión con el fin de alcanzar acuerdos interinstitucionales. En el Articulo 17 del Tratado de la Unión Europea, se enuncia que teniendo en cuenta el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo y tras mantener las consultas apropiadas, el Consejo Europeo propondrá al Parlamento Europeo, por mayoría cualificada, un candidato al cargo de Presidente de la Comisión. El Parlamento Europeo elegirá al candidato por mayoría de los miembros que lo componen. Si el candidato no obtiene la mayoría necesaria, el Consejo Europeo propondrá en el plazo de un mes, por mayoría cualificada, un nuevo candidato, que será elegido por el Parlamento Europeo por el mismo procedimiento, lo que supone a todas luces un paso adelante en la construcción democrática de una Unión de Estados Europeos con número poco despreciable de votantes.

Hasta aquí la respuesta a la pregunta que da título a esta entrada. No quiero con este escrito decir que no hay que discutir hacia donde esta yendo la Unión Europea o si se debería estar en ella (debate sugerido hace no mucho tiempo en los mentideros de la corte, probablemente para tapar algún que otro escándalo), sino hacer ver a aquellos que lo lean que Europa no es solo un satélite de Júpiter, una referencia geográfica o algo que se hace en una ciudad belga que nos pilla más o menos lejos, ¡no!. Europa, la Unión Europea, es un ente donde se toman decisiones en múltiples ámbitos, que nos afectan a todos y donde se están dando pasos para una construcción democrática real. Por desgracia todo esto no se consigue si seguimos ensimismados y despreocupados por los asuntos que nos atañen. El Parlamento Europeo estará tomando decisiones durante cinco años más y espero por el bien de todos que no te quedes en casa diciendo que la culpa fue de Merkel y Barroso mientras te piden opinión sobre a quien quieres dar tu voto en las próximas elecciones Europeas.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Cuando la virtud del mundo mengua


Me manifiesto, oh Arjuna, siempre que disminuye la justicia y aumenta la injusticia. Nazco en cada edad para protege a los buenos, destruir a los perversos y restablecer la justicia.
Estas son las palabras que Krishna dirige a Arjuna en la Bagavad Gita. Hoy 5 de noviembre –día elegido para comenzar una revolución que de a luz a una nueva sociedad en la orwelliana Inglaterra de Alan Moore y David Lloyd – escribo estas reflexiones queriendo ocupar, con la debida modestia, el papel de Krishna y manifestarme ante lo menguado de la virtud del “mundo”.

El “mundo” que entrecomillo es en el que me desenvuelvo día a día, el que tiene lugar en el llamado solar patrio. En él cada día se materializa el empequeñecimiento de la virtud que no se si algún día tuvimos, pero que me resisto a no suponernos: Reinos de taifas que ceden a presiones de grupos interesados sin más bandera que el verso del poeta barroco -poderoso caballero es donde dinero-, asesinatos cuyas novedades copan los espacios televisivos, videntes -en contraposición a su desea invidencia- administraciones de justicia,  eufemismos en progresión geométrica para no llamar a las cosas por su nombre, aumentos de las desigualdades, aumento de la pobreza, aumento de la exclusión social, brotes verdes -citando a la sabiduría popular, donde no hay mata no hay patata. Siquiera habrá brote-, éxodos, generaciones perdidas, constantes llamadas a la solidaridad del pobre, pretendido resurgir de movimientos independentistas  -peleas de enamorados que sirven de cortina de humo a la desastrosa gestión del reino de Taifa en cuestión-, absolutismo y gobierno por decreto… Creo que no hace falta seguir. No quiero seguir. Pan y circo, pero al contrario que en el Imperio, el pan escasea

Y sin embargo, seguimos y seguiremos. Porque así nos quieren y así nos acomodamos a estar. El primer artículo de la constitución española establece que La soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan los poderes del Estado. Esto es, nosotros somos la fuente de la eterna vida que otorga poder político a los que lo ostentan. Pero como todas las fuentes, ni controlamos a quien se acerca a beber, ni controlamos lo que se hace con nuestros flujos una vez los hemos transmitido. Lo hemos aceptado, y lo hemos hecho tan bien y tan en silencio que la concurrencia de los partidos políticos a la formación y manifestación de la voluntad popular así como su estructura interna y funcionamiento democráticos establecidos en el artículo sexto de la carta magna es pura ciencia ficción, al igual que el artículo 9.2 donde se enuncia que corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integran sean REALES y EFECTIVAS; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la PARTICIPACIÓN de TODOS LOS CUIDADANOS en la VIDA POLÍTICA, ECONÓMICA, CULTURAL Y SOCIAL. Las mayúsculas son mías.

¿Por qué no exigimos la participación efectiva en el Gobierno? ¿Por qué no abogamos por la existencia de mecanismos de paticipación ciudadana que pongan coto a los excesos?¿Por qué no abandonamos los modos futboleros a la hora de discutir de cosas que afectan al futuro de todos? ¿Por qué seguimos con la venda puesta diciendo yo soy de aquí y de allá porque sí, porque en casa lo somos de toda la vida, porque lo era mi abuelo y le tengo cariño…? 

Dice Luc Ferry que además de por el terreno de juego, por el mundo y la historia en los que transcurrirá nuestra vida, debemos preguntarnos por el resto de los seres humanos, por aquellos con los que nos ha tocado jugar. […] De esta cuestión se ocupa la segunda parte de la filosofía, una parte ya no teórica sino practica que deriva, en un sentido amplio, de la esfera de la ética. Pese a que Parménides señala la levedad como cualidad deseable y Milán Kundera la volvió insoportable en lo que se refiere al ser, lo cierto es que nuestra existencia, fruto de la interacción que conlleva la impronta de socialización que quedó grabada en nuestro genoma, afecta a la vida de otros, más o menos alejados en función de nuestro poder, por lo que no podemos ignorar las implicaciones éticas que de nuestras actitudes y actos se derivan para el conjunto de la sociedad.

¿Por qué no aceptamos entonces y de una vez por todas que la libertad de elección que todo ciudadano tiene en una democracia, al igual que el resto de libertades, implica responsabilidad? Responsabilidad con lo propio y con lo ajeno; responsabilidad de leer las propuestas que nos lanzan los que aspiran a representarnos; responsabilidad de exigir cuentas cuando los programas propuesto no se cumplen; responsabilidad para exigir la depuración de responsabilidades y las cabezas de quienes no se han comportado con la intachabilidad que debe tener quien aspira a organizar recursos COMUNES; responsabilidad para exigir los mecanismos de representación ciudadanos que nos permitan controlar los poderes públicos que cada día más nos ignoran y se convierten en el Leviatán que todo lo traga y nada ofrece...Responsabilidad, en definitiva, para atreverse a dudar incluso del paradigma filosófico utilizado en la concepción del Gobierno. 

¿Paradigma filosófico? ¿Qué dice el trasnochado este? Digo que detrás de las consideraciones en torno a lo que es de recibo dejar a las generaciones futuras -o a nuestra generación en el futuro- y lo que no, lo que se esconde es la idea de justicia imperante en dicha sociedad -abrir citando a Krishna no era falta de cálculo o gigante con pies de barro. No hay puntada sin hilo- La idea de justicia utilitarista, desarrollada por Bentham, plantea, que lo justo se basa en un fino cálculo aritmético de placeres y displaceres (al estilo epicúreo). Imaginemos una sociedad que se plantea si debe ser esclavista o no. Desde una óptica utilitarista, calificar tal cuestión como justa o injusta conllevaría realizar un cuidado análisis del equilibrio de las utilidades derivadas por los propietarios de los esclavos, por los esclavos mismos y por la sociedad en su conjunto, que funcionaria bajo un sistema eficiente o ineficiente en función de dichas utilidades por los actores principales que intervienen en el problema. Así la esclavitud se declararía injusta en el caso de que las ventajas que representa para los propietarios de esclavos no compensasen las desventajas que representa para el esclavo, y para la sociedad, que se vería entonces obligada a funcionar bajo un sistema de trabajo ineficiente -la eficiencia del sistema viene medida por el equilibrio entre utilidades; de esta manera, el sistema es ineficiente siempre que las desventajas/desutilidades superen a las ventajas/utilidades- (comparado con el régimen de libertad).

Comparemos esto con los cortes, recortes y saqueos que el Estado –el de bienestar y el que configura España– así como las libertades individuales sufren en la actualidad en pos de un potencial mejor futuro. ¿mejor futuro? ¿el de quién? ¿Quién tiene un mejor futuro cuando se desatienden inmigrantes por el hecho de serlo? ¿Quién tiene un mejor futuro cuando se externalizan nada más que las aéreas rentables de los hasta ahora llamados servicios públicos?¿Quién gana cuando el precio de la educación aumenta sacando del sistema al que no puede costearselo? ¿Quién gana cuando las coberturas sanitarias disminuyen? ¿quién gana cuando se juega con las pensiones? ¿quién gana cuando todo lo que se habia conseguido se desmantela a la voz de que la austeridad nos proporcionara un mejor futuro -el lector interesado puede ver las entradas previas en este blog a proposito de la austeridad-?¿quién gana cuando las corruptelas que asolan el reino quedan impunes por motivos que no convencen ni a los versados en temas jurídicos?

Por eso, por lo dicho y por lo que está por decir, mejor ataquemos y reaccionemos. Salgamos del letargo intelectual al que nos someten los actuales formatos de des-información de los medios y replanteémonos si ese paradigma en el que todo vale y es justo si es netamente útil impera y aboguemos por una aplicación práctica y manifiesta de los principios rawlsianos que se le han de suponer a todo sistema justo. A saber, en primer lugar, que cada persona que participa en una práctica o que se ve afectada por ella, tiene un igual derecho a la más amplia libertad compatible con una similar libertad para todos. Y en segundo lugar que Las desigualdades son arbitrarias a no ser que puedan razonablemente esperarse que redundaran en provecho de todos, y siempre que las posiciones a las que están adscritas o desde las que pueden conseguirse, sean accesibles a todos. Con este segundo principio, madre del cordero, definimos qué tipos de desigualdades son permisibles. Así, una desigualdad será tolerada o aceptada solo si hay razón para creer que la práctica que incluye o da como resultado esa desigualdad obrará en provecho de todas las partes embarcadas en ella, esto es, todas las partes tienen que salir ganando con la desigualdad; de esta forma el principio excluye justificar desigualdades sobre la base de que las desventajas de los que se encuentran en una posición se compensan con las mayores ventajas de los que se encuentras en otra (visión utilitarista).

Esta óptica no permitirá, por tanto, siquiera tomar en consideración las ventajas que la práctica de la esclavitud reportaría al propietario de esclavos; dado que ese oficio no es acorde con los principios que han de reconocerse a todos los seres humanos, las ganancias que corresponderían al propietario de esclavos, en caso de existir, no pueden ser computadas como si pudieran de algún modo mitigar la injusticia de esa práctica, es decir, la cuestión de si esas ganancias son de mayor peso que las desventajas que la esclavitud tiene para el esclavo y para la sociedad, no pueden plantearse ya que, al considerar la justicia de la esclavitud, esas ganancias carecen en absoluto de peso que deba ser compensado.

La óptica rawlsiana entiende la equidad como un concepto fundamental en el, a su vez, concepto de justicia, con un punto de partida distinto del utilitarista: la justicia es entendida esencialmente como la eliminación de distinciones arbitrarias y el establecimiento, dentro de la estructura de una práctica, de un apropiado equilibrio entre pretensiones rivales; no hay que confundir esto, sin embargo, con una visión omni-inclusiva de una sociedad buena, sino que, bajo esta óptica, pueden existir desigualdades que uno acepta que son justas o, al menos, no injustas.

¿Cómo se instrumenta toda esta retórica teórica? Fácil, sencillo, de un simplismo aterrador…Cierre los ojos, asuma que todos los seres humanos son como usted y usted es como todos los seres humanos, olvide donde vive y la mucha o poca fortuna que ha tenido, olvide si pudo estudiar o si lo está haciendo, olvide si tiene talento para algo y ha podido desarrollarlo o no…Olvide todo lo que es, lo que tiene y lo que conoce. Recuerde única y exclusivamente que no somos tan diferentes y pregúntese, contestando con ingobernable sinceridad, que querría para usted si las cosas le van bien, si es una persona con talento y éxito. Pregúntese ahora que querría para usted si le pasase todo lo contrario. Pregúntese que querría si se encontrase en las múltiples opciones intermedias…Ahora abra los ojos y comience a comportarse como ese tipo de ciudadano que las democracias necesitan y exigen. El trovador británico de musa asiática ya lo dijo: It is easy if you try

¿Filosofía de la miseria o miseria de la filosofía? Miseria del ciudadano apocopado, miseria del ciudadano carente de la facultad de la simpatía que Adam Smith -proclamado padre de la economía- nos atribuía en su Teoría de los Sentimientos Morales,  obra que da sentido al comportamiento humano de las Riqueza de la Naciones.

Llegados a este punto quizá estes esperando aun más justificaciones a este cambio de actitud que te propongo, una justificación a mi exhortación, un porqué a mi insistencia de lo pertinente de la utilización de ese velo de ignorancia a la hora de definir la sociedad que queremos. Le encomiendo esa tarea al anarcohedonista Michel Onfray, al paradigma neoclásico de la teoría económica y a la mecánica newtoniana: la economía se mueve de forma circular en un continuo movimiento virtuoso de transacciones e intercambios. Sin embargo, por todos es sabido -a la educación pública gracias, es cultura popular en este país- que en los movimientos rotatorios, según la mecánica newtoniana, pueden localizarse fuerzas ficticias centrípetas y centrífugas. Las primeras ejercen una fuerza que atraería el cuerpo hacia el eje de rotación; las segundas ejercen sobre el cuerpo una fuerza dirigida en sentido opuesto al eje de rotación, una fuerza de “expulsión”. Siguiendo con el simil, la resistencia que nosotros podamos oponer, esto es, las acciones que llevemos y podamos llevar a cabo dentro del marco social y económico imperante serán las que determinaran la resistencia que podamos presentar a ambas fuerzas y, por tanto, nuestro acercamiento al centro del círculo virtuoso de la economía o nuestra más completa expulsión del mismo y, por tanto, nuestra flagrante condena al arroyo.

Es en este contexto de incertidumbre en torno al exito o fracaso que nuestras acciones e interacciones con las instituciones y resto de individuos de la sociedad tengan para con nosotros mismos, a la resistencia a la expulsión del circulo virtuoso que nuestras acciones nos permitan oponer o, si hemos sido ya expulsados, el apoyo que los mecanismos que la sociedad haya podido diseñar para permitir una nueva incorporación al movimiento circular, donde el velo de la ignorancia adquiere toda su trascendencia. La maxima es casi tan antigua como el mundo: No desees para nadie lo que no querrias para ti mismo.

martes, 22 de enero de 2013

Las "chuletas", el compadreo y el valor social

Ando unos días reflexionando en torno a las trampas y sus repercusiones a raíz de las declaraciones de Lance Armstrong y lo que han implicado e implicarán para el ciclismo (deporte que practico y adoro, como saben todos los que me conocen). No este un artículo sin embargo en torno al ciclismo, no. de lo que voy a hablar es de las trampas y de la necesidad, a mi juicio de un nuevo paradigma social.

Empecemos por el principio: todos y cada uno de nosotros (o casi todos) hemos copiado en algún examen y todos hemos tenido compañeros que por sistema copiaban en los examenes (instituto, universidad...). Tales compañeros, en este país, solo deben guardarse de que los profesores no les cojan con las manos en la masa pues actúan con las mas absoluta complicidad de sus compañeros...¡¡¡Nadie osará nunca jamás descubrir al tramposo!!!. Es más, probablemente algunos sean elevados a los altares y tales actos conllevarán cierta capacidad de liderazgo y admiración entre sus compañeros.

Y sin embargo, esto tiene repercusiones y muchas para el futuro de todos ellos/nosotros: para empezar, el alumno que copia, pasará la asignatura e incluso sacará mejor nota que muchos que sí han estudiado, pero le habrá costado mucho menos esfuerzo y habrá tenido tiempo de hacer otra serie de actividades que, de haber intentado aprobar el examen por la via legal, no habría tenido tiempo de hacer. En segundo lugar obtendrá el mismo título que cualquiera de sus compañeros, lo que le dará acceso a los mismo segmentos que el resto de sus compañeros que si han estudiado.

Y es aquí, fuera de la universidad ya, cuando vienen los problemas sobre los que es necesario reflexionar en esta España de compadreo y picaresca: ese compañero tuyo que copiaba en  los exámenes con tu permiso y complicidad, es ahora otro contrincante en el proceso de selección de personal de ese trabajo que tanto te gustaría tener y en la asignación de esa beca que tanto necesitas. ¿Empiezas ya a no verlo tan justo, verdad? tu trabajaste y aprehendiste los conocimientos que se requerían para obtener el titulo; él no, y lo sabes, pero aun confías en que se den cuenta.

Más aun, ese compañero tuyo que copiaba en  los exámenes con tu permiso y complicidad, y que es ahora tu competidor en ese puesto de trabajo/beca, no tuvo los lapsus de memoria ni se equivoco en aquel signo que no pudiste recordar en aquella formula, porque él jugaba con ventaja, es decir, tiene incluso mejor expediente que tú. Enfrentados en esa entrevista, donde lo único que tenéis para obtener ese primer trabajo es el expediente, es decir, inmersos en ese proceso de venta al mejor postor con terribles asimetrías de información entre las partes que es cualquier entrevista de trabajo, las características del producto que él vende son mejores que las del tuyo: tiene mejores notas que tú, ergo, mejor expediente que tú, ergo es más atractivo que tú para los directores de RRHH, que ahora están preocupados de lo que a ellos les gusta llamar gestión de talentos. Esto ya escuece en condiciones...Si la información fuese perfecta y los entrevistadores supiesen lo que sabes tú desde que estudiabais juntos se darían cuenta de que él no es la mejor elección si lo que buscan es a alguien con conocimientos sobre tus estudios - y no sobre cómo obtener un título sin dar un palo al agua salvo para desarrollar cada vez mejores estrategias con que hacer trampas -, pero amigo/a mío/a, eso, por desgracia, no pasará.

Así que ese compañero tuyo que copiaba en  los exámenes con tu permiso y complicidad, y que es ahora tu competidor en ese puesto de trabajo/beca, te ha pasado por encima y se ha quedado con el puesto que tu querías y que sin duda consideras que te merecías más que él. Sin embargo, aun nos queda un coletazo: ese compañero tuyo que copiaba en  los exámenes con tu permiso y complicidad y que es ahora el nuevo flamante fichaje profesional de la empresa que lo ha contratado no sabe hacer la 'o' con un canuto y así lo acabará demostrando. Cuando eso ocurra, los que lo contrataron se verán en la necesidad de preguntarse - puesto que te recuerdo amigo lector que seguimos estando en un contexto donde la información no es perfecta - si este era el de mejor expediente de esa universidad y no sabe hacer nada de lo que le pedimos y se supone que lo había estudiado ¿cómo serán los de peor expediente?.

Aquí es donde llegamos al apoteosis final, el cuestionamiento del valor de tu titulo querido amigo y admirador del tramposo. Si, si...No me mires así... La valoración, por parte del mercado laboral, del título que otorgue una universidad está en relación directa con lo preparados o no que estén los alumnos que salgan de ella.

Ahora si quieres le sigues riendo la gracia al que copia en clase de forma descarada porque sabe que tú no le vas a delatar. Entre bomberos puede que no haya que pisarse la manguera; entre aspirantes a bombero quizá haya que ponerle la zancadilla al que pretenda obtener ventajas injustas.

viernes, 4 de enero de 2013

Cuestiones de confianza

Algo crucial en economía es la confianza. Esta, grosso modo, lleva a la generación de buenas expectativas que devuelven o mantienen a la economía a las sendas de crecimiento. Más importante aun es cuando pretendemos que, a través de consolidaciones fiscales, la economía experimente crecimiento, tal y como mostré en las tres últimas entradas del blog.

Hoy el centro de investigaciones sociologicas publica el avance de resultados del barometro de diciembre con unos datos más que preocupantes, ya que no solo la valoración de la situación economica actual es mala, sino que las perspectivas sobre la misma son crecientemente negativas, como vemos en la siguiente tabla:


Situación económica actual
Situación económica futura
Diciembre de 2011
Diciembre de 2012
Diciembre de 2011
Diciembre de 2012
Muy buena
0,2
0
18,4
13,3
Buena
0,7
1,2
36
29
Regular
11,5
7,2
32,9
50
Mala
41,2
35,6
12,6
7,6
Muy mala
46
55,9
0,1
0
Elaboración propia a partir de datos del CIS


El indice de confianza del consumidor no es más alentador. Este puede variar entre 0 y 200, siendo el 100 el límite convenido para hablar de buenas y malas expectativas y confianza, de tal manera que calquier valor por debajo de 100 se considera un dato negativo:


Diciembre de 2011
Diciembre de 2012
Indicador de Confianza del Consumidor
71
44,3
Indicador de Situación Actual
43,2
26,7
Indicador de Expectativas
98,8
61,9
Elaboración propia a partir de datos del CIS

En este caso, vemos que no solo la confianza sobre la situación actual y futura es negativa, sino que se ha degradado a lo largo de este año. Estos datos dejan fuera de dudas que este no es el camino de la recuperación económica bajo ninguna de las posiciones teóricas existentes hoy en día en el campo económico.

jueves, 29 de noviembre de 2012

La politica fiscal: expansión vs. austeridad. Parte III (y final): Crecimiento a través de austeridad II


Tal y como ha quedado recogido en el post anterior La politica fiscal: expansión vs. austeridad. Parte II: Crecimiento a través de austeridad, es vital que, para que estas medidas de recuperación de las sendas de crecimiento en la economía basadas en la consolidación fiscal funcionen, los modelos deben estar fundamentados en una visión microeconómica de agentes con expectativas racionales. De lo contrario, los cambios futuros esperados en las variables no tienen efecto en el periodo actual y las conclusiones a las que estos modelos llegaban podrían calificarse, cuanto menos, como inalcanzables.

El reverso tenebroso de este tipo de medidas que, como hemos visto se basan en la racionalidad de los agentes y la confianza en los ejecutores de la política económica es señalado por Kitromilides [1]: los objetivos de reducción del déficit a través de  recortes en el gasto público y el mantenimiento de la senda de recuperación pueden entrar en conflicto si los recortes se producen en una cuantía elevada, demasiado pronto – too much, too soon – y teniendo un efecto deflacionario sobre la economía, produciéndose, por tanto, un efecto opuesto al buscado en la confianza del sector privado que puede provocar, a su vez, un alejamiento paulatino de la senda de recuperación y una recaida en la recesión (parece que es donde estamos, con una doble recesion desde 2007).

Kitromilides [1] señala algunos argumentos más a tener en cuenta a favor de la política de la austeridad. El primero de ellos se basa en la idea de los efectos expulsión – crowding out – y en la equivalencia ricardiana. El mecanismo de transferencia funciona como sigue: en un contexto de déficits públicos financiados a través de títulos deuda, la subida de los tipos de interés expulsa a la inversión privada y el consumo se contrae por la anticipación que los agentes realizan del futuro – en el que tendrán que hacerse cargo de mayores cargas fiscales – mientras incrementan su ahorro – para hacerse cargo de esas cargas fiscales futuras –. El mecanismo como vemos abunda en la idea pre-keynesiana de neutralidad de la política fiscal para solucionar recesiones. En segundo lugar se señala la sostenibilidad de los ratios de deuda sobre PIB, (ver El crecimiento, las deudas y la austeridad ¿que papel juegan en la financiación del Estado?) y que, razonablemente, depende de las condiciones de mercado reinantes para obtener financiación y de la confianza que los inversores tengan en el país. En torno a esto último, han existido numerosos intentos de cuantificar una cifra límite basados en la evidencia empírica, sin embargo esta se encuentra fuertemente influenciada por el momento histórico elegido, por lo que no es posible fijar valores concluyentes.

En tercer lugar, se encuentra lo que podríamos denominar el sentimiento de los mercados, es decir, que opinan los mercados sobre las políticas de los países. Normalmente la pretensión de los prestamistas es clara: quieren recuperar su inversión y quieren garantizar que el prestatario está en condiciones de devolver el principal y los intereses. Esto normalmente es sinónimo de que el país se tome sus problemas en serio. Sin embargo esto mucha veces puede ser bastante ambiguo y, como podemos ver actualmente, si las políticas de austeridad adoptadas no resultan creíbles esto provoca que sean el origen de nuevas turbulencias que afecten negativamente a la capacidad de la economía para retomar o mantener sendas de crecimiento.




[1] KITROMILIDES, Y., 2011. Deficit reduction, the age of austerity, and the paradox of insolvency. Journal of post Keynesian economics, 33(3), pp. 517-535.



jueves, 15 de noviembre de 2012

La politica fiscal: expansión vs. austeridad. Parte II: Crecimiento a través de austeridad



En contraposición con las medidas tradicionalmente aceptadas y argumentadas por la economía ortodoxa a partir de los años 30 del siglo XX (ver La politica fiscal: expansión vs. austeridad. Parte I: politicas expansivas en modelos clásicos), en los años 90 del mismo siglo, Giovazi y Pagano en su artículo de 1990 Can Severe Fiscal Contractions be Expansionary? Tales of Two Europeans Countries fueron los primeros en argumentar que los ajustes fiscales realizados de manera firme sobre la lado del gasto público podían ser expansivos [1]. En otro artículo de 1998, Tales of Fiscal Adjustment, Alberto Alesina y Silvia Ardagna [2] aportan un análisis de diez casos para comprobar empíricamente si los cambios en la orientación de la política fiscal llevan a contracciónes o expansiones en el crecimiento de la economía a corto plazo. Roberto Perotti [3] abunda en la misma línea de Alesina analizando 4 casos más recientes, discutiendo además las críticas recibidas por el FMI, que mantiene que la evidencia en torno a la “austeridad expansiva” se encuentra sesgada y los periodos inmediatamente siguientes a una recesión no son el mejor momento para realizar tales ajustes.


En el trabajo de Alesina y Ardagna [2] se marcan claramente las condiciones que son necesarias para que este tipo de medidas tengan éxito. Se han de aunar tres elementos para que los ajustes fiscales de corte expansivo sean exitosos: en primer lugar es necesario llevar a cabo recortes  en el gasto en transferencias, programas de asistencia social y salarios públicos; en segundo lugar debe existir algún tipo de acuerdo con las organizaciones sindicales y de representación de los trabajadores para que asegurar la contención en el crecimiento de los salarios nominales; en tercer lugar debe existir la posibilidad de devaluar la moneda. En este punto los autores llegan a afirmar que es necesaria una devaluación (o depreciación – dependiendo del sistema de tipo de cambio que siga el país –) inmediatamente antes de llevar a cabo el ajuste fiscal.

A partir de esto, el efecto expansivo del ajuste fiscal se propagaría por la economía  a través de dos mecanismos no excluyentes, localizados a ambos lados de la economía – oferta y demanda –. El primero del que hablaré podríamos localizarlo en el lado de la demanda, ya que enfatiza los efectos en el bienestar que las futuras cargas impositivas poseen sobre el consumo y las expectativas, haciendo que la demanda y los tipos de interés reaccionen si los planes de ajuste son creíbles. ¿de que forma se puede producir la transferencia bajo este mecanismo?

En una economía con agentes racionales, que saben anticipar las decisiones del gobierno y que además las creen – la confianza es clave – los recortes de gastos se transformarían en mayor renta esperada ¿cómo? Cuando el gobierno decide recortar parte de sus gastos y hacerlo, no solo de manera creíble, sino también permanente – otra de las claves – los individuos adelantarán menos niveles de imposición fiscal en el futuro y por tanto mayores rentas disponibles a lo largo de su vida, lo que puede inducir un incremento de consumo en el corto plazo fruto de las expectativas. De la misma forma puede ocurrir por el lado de los ingresos, es decir, cuando la economía está inmersa en una recesión y los déficits fiscales se incrementan, los agentes con expectativas racionales anticiparán futuras subidas impositivas para hacer frente a los montos de deuda y por tanto menores disposiciones de renta futura; sin embargo una política austera creíble actuará en sentido inverso, relajando las expectativas sobre incrementos impositivos y generando mayores expectativas de renta futuras que pueden incentivar el consumo y la producción en el corto plazo. Así pues, tal y como recogen Bertola y Drazen en Trigger points and budget cuts: explaining the effects of fiscal austerity (American Economic Review), Blanchard en sus comment on Giovazzi and Pagano (NBER Macroeconomics anual) y Alesina [2], una medida de política fiscal aparentemente contractiva en un escenario estático, puede ser expansiva en un escenario dinámico si induce expectativas lo suficientemente fuertes sobre la futura orientación de la política fiscal. Además parece ser que la evidencia encontrada indica que se producen efectos más fuertes en las expectativas de bienestar de los agentes cuando este tipo de medidas se toman en escenarios recesivos.

Cuando una economía incurre en elevados déficit fiscales, con un elevado crecimiento del ratio deuda/PIB, el riesgo de impago o de inflación crece. Veamos este mecanismo con detenimiento: de acuerdo con la ecuación presupuestaria del sector público que se presentaba en El crecimiento, las deudas y la austeridad ¿que papel juegan en la financiación del Estado?, este déficit puede financiarse bien a través de deuda pública, bien a través de la emisión de moneda – esta última vía está reservada a los países con soberanía monetaria. Queda excluida por tanto para las naciones que componen el sistema monetario europeo, que, al ceder sus competencias en materia monetaria, dependen de las decisiones del Banco Central Europeo en esta materia – y por tanto pueden producirse impagos en la perspectiva de ambas vías: bien puede producirse un impago propiamente dicho en el que el país no devuelve el principal y/o los intereses de los títulos de deuda emitidos – posible dentro de la unión europea y propuesto, de hecho, por la Troika para el caso griego –, o bien, realiza una ampliación de su base monetaria creando inflación y devaluando su moneda reduciendo el valor de la deuda pública, que se emite a tipos nominales y por tanto, su rentabilidad real se ve afectada por las variaciones monetarias existentes, lo que puede considerarse como una especie de impago implícito. Sea como fuere, ambos escenarios entran a formar parte del juego de incertidumbres que afectan al inversor y, por tanto, en los diferenciales de tipos de interés que un país u otro han de ofrecer para financiarse. Así la mayor o menor probabilidad de ocurrencia que los inversores atribuyan al primer escenario – impago de deuda –, al segundo – inflación – o a ambos – perfectamente podría existir una situación hipotética donde una parte de la deuda no va a ser reembolsada, mientras para devolver al otra se somete al país a procesos inflacionitas – incrementan los dierenciales de tipos de interés que las economías deben pagar para financiarse respecto a un “numerario” – las desgraciadamente famosas primas de riesgo – lo que, por encima de cierto nivel de deuda, empieza a comprometer la solvencia del país y puede hacerle entrar en una espiral de crecimiento de deuda.

Si en las condiciones descritas en el párrafo anterior, se anuncia un proceso de consolidación fiscal creible – de nuevo la confianza es clave –, permanente y realista, es decir, asumible en tiempo y plazos, puede que este lleve a un descenso de los tipos nominales (y con ellos los tipos reales) a los que debe financiarse la economía en los mercados de deuda pública y mejorando la solvencia del país. Siguiendo a Alesina [2] podemos ir aun más allá y hablar de una especie de doble equilibrio: uno de ellos, que el propio Alesina califica de “Equilibrio malo”, estaría caracterizado por una deuda elevada y creciente, elevadas primas de riesgo que dificultarían la financiación del país elevando los tipos de interés de la deuda pública y poniendo en entredicho la solvencia del país. El otro, “el Equilibrio bueno” se encuentra determinado por la inexistencia de primas de riesgo, tipos de interés bajos y confianza de los inversores. En esta circunstancia un país que se encontrase en el “equilibrio malo” podría pasar al “equilibrio bueno” mediante una política de austeridad y consolidación fiscal creíble.

Este tipo de cuestiones son las que hoy están viviendo algunos países europeos, especialmente de la periferia, que se ven imposibilitados para acceder a financiación con la que hacer frente a sus déficits fiscales. Este tipo de medidas descritas como vemos tienen un efecto en la economía si son tomadas en épocas de turbulencias económicas que es cuando se dan este tipo de situaciones pero teniendo muy en cuenta que la política monetaria juega un papel fundamental en la gestión de estas situaciones. Pese a que los países europeos hayan cedido sus soberanías sobre esta, no son descartables acciones coordinadas por parte del Banco Central Europeo.

El segundo mecanismo, que podríamos denominar de oferta, se centra en el efecto que la disciplina fiscal tendría en el crecimiento a través de las instituciones del mercado laboral, especialmente en los costes laborales. En este punto es necesario distinguir entre los efectos que la literatura tradicional neoclásica ha señalado y aquellos que tienen lugar en mercados laborales menos perfectos en el sentido neoclásico, con uniones sindicales y competencia imperfecta. El estudio tradicional neoclásico de los mercados laborales y la elección del individuo nos indica que cuando se producen déficits fiscales y los individuos esperan incrementos de la carga impositiva – o ya se han producido dichos incrementos – se producen alteraciones en las decisiones de elección del individuo entre el tiempo destinado al ocio y el tiempo destinado al trabajo. Como toda elección individual inducida por un cambio en los precios relativos a nivel individual, esta puede descomponerse en dos efectos de signo contrario: el efecto renta, que induce al agente a compensar la pérdida de rentas después del incremento de cargas impositivas ofreciendo más horas de trabajo y disfrutando de menores horas de ocio; y el efecto sustitución, que actuaría en sentido opuesto, induciendo al agente a sustituir horas de trabajo por horas de ocio dada la escasa rentabilidad que las primeras aportan ahora al agente. Obviamente si en lugar de un incremento de las cargas impositivas lo que tuviésemos es una disminución esperada de estas, los efectos serían inversos. Lo relevancia de esta teoría se centra en la preponderancia de uno u otro efecto. De esta manera, los efectos sustitución son más fuertes en los casos en que los incrementos sean temporales, mientras que los efectos renta se impondrán si estos son asimilados como permanentes.

En los casos en que el mercado laboral se encuentra fuertemente controlado por uniones sindicales y/o la competencia no es perfecta, un incremento en las cargas fiscales soportadas en el mercado laboral, manteniéndose todo lo demás constante, reduce la renta disponible después de impuestos. Al margen de los efectos que esto tiene sobre el consumo y la producción, es de esperar que las organizaciones sindicales presionen para que los salarios nominales sean revisados de cara a no perder poder adquisitivo. Esto incrementará los costes laborales unitarios afectando directamente a la competitividad de las empresas nacionales, que perderán terreno frente a otras empresas debido a estos aumentos en sus costes. Ahora  bien, ¿este efecto es inamovible, es decir, no existe forma de evitarlo? En este punto es cuando entra en juego la estructura del mercado y de las propias asociaciones sindicales: si estas son lo suficientemente poderosas y se hallan extendidas en numerosos ámbitos sectoriales dentro del mercado laboral es más probable que si se puede llegar a un acuerdo para lograr una contención salarial, estas organizaciones controlen mejor a sus afiliados logrando una contención general de los salarios en la economía; si por el contrario, estas no son capaces de lograr una contención general de salarios, el crecimiento en los costes laborales unitarios no podrá ser contenido y las pérdidas de competitividad pueden deprimir o anular los efectos expansivos de las consolidaciones fiscales.

Las medidas monetarias a que hicimos referencia al comienzo de la explicación de los efectos y mecanismos citados por Alesina, funcionan de la manera ya descrita en este post y los relacionados con él: bien a través de la devaluación directa de la moneda, bien a través del efecto indirecto de pérdida de poder adquisitivo de la moneda mediante inflaciones, produciendo en ambos casos el llamado efecto de señoriaje sobre la deuda – que es un instrumento más a utilizar en este tipo de casos al fin y al cabo – y estimula las exportaciones de bienes y servicios del país y, con ello, la demanda del país y la producción, apuntalando una posible vía de crecimiento económico y recuperación para el país.



[1] ALESINA, A.F., 2009. Large Changes in Fiscal Policy: Taxes Versus Spending. SSRN Working Paper Series. 
[2] ALESINA, A., 1998. Tales of fiscal adjustment. Economic Policy, (27), pp. 487.
[3] PEROTTI, R., 2011. The "Austerity Myth": Gain Without Pain? .